El propósito de estos intercambios es favorecer el
incremento de niños participantes en las actividades de las Bibliotecas
Itinerantes. A San Regis le correspondía
el encuentro con Guayabo, pero considerando que Chamorro no tendría pareja por abandono
de Chacarilla, se conformó un trío en el que Angélica de San Regis y Lidia de Chamorro
fijaron la fecha y se lo comunicaron a Jénifer de Guayabo. La hora estaba
pactada para las 3 pm.
Cuatro de la tarde en un aula de la Escuela 22757 de San Regis, Angélica ya había
dispuesto el mobiliario contra las paredes y trapeado el piso de cemento pulido
color ocre. Con ella y su sobrina esperábamos a que ingresen los niños y niñas. Mientras, el sol de la tarde atravesaba los ventanales
recordándonos su fuerza en estos lares y nuestra vulnerabilidad.
Llegaron algunas niñas y un niño de San Regis y se ubicaron
cada quien al lado de otra (o) en la
pared opuesta a las ventanas. Transcurrieron 5 minutos de impaciencia y sugerí leer un libro, el engreído del mes, Las brujas
de Cachiche. Lo fuimos rotando avanzando una página por infante y antes de
concluirlo ya habían llegado, cansados, los chicos de Chamorro, conducidos por
Lidia desde su centro poblado, caminando. Se fueron sentando al otro lado del
aula, junto a las ventanas. Llegó Jénifer de Guayabo con una alta niña y
pudieron acomodarse en el extremo de la fila de los de San Regis.
Angélica pidió presentarse a cada uno usando una pequeña
pelota que lanzaban luego de decir su nombre, edad y lugar de estudios. Luego
pidió a Lidia leer un cuento en voz alta. Ella leyó “La Lechera”. Angélica hizo
preguntas después verificando la atención prestada. Se advertía mucha tensión. Pedí
leer un cuento mexicano sobre un árbol encantado llamado pirú, advertí que me escuchaban con atención y no hice
preguntas, pero olía la persistencia del desánimo. Nos habría ido mejor con los
cuentos narrados por Carlos López pero justo en esos momentos él recién volvía desde Panamá.
Angélica comentó que haría preguntas sobre la escuela usando
nuevamente la pelota, las tenía preparadas y le pidió a Jénifer leerlas, la
mayoría fueron sobre “la escuelita”, noción que tienen sobre la Biblioteca
Itinerante. Varios niños llegaron recién
y se incorporaron a la rueda de preguntas. Angélica nos comentó que vienen de vez
en cuando. Intuyo que ahora lo hicieron al ver pasar niños de fuera, supongo
que para eso sirve la ausencia de muros perimétricos y al parecer nos está
sirviendo la experiencia.
Procedimos a la dramatización. Angélica conformó dos grupos
usando una dinámica que utilizan en la catequesis. Los dos la representaron a
ella leyendo y haciendo preguntas directas sobre lo leído: ¿quién es el personaje?,
etc., un grupo más cohibido que el otro
pero en ambos destacaban como líderes las niñas de San Regis.
Emprendí el retorno a El Carmen tomando nota de lo que hay
por hacer en Guayabo mientras caminaba hasta la pista bajo el inclemente sol de
este día.
Edith Maldonado.
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